Mensaje del Papa Francisco en la Misa del Domingo de Ramos

Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.

Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.

La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

Para vivir y celebrar estas pascuas compartimos algunos fragmentos del mensaje emitido por el Papa Francisco en la Misa del Domingo de Ramos.

El Papa animó a seguir el camino de Jesús con humildad y a no renegar de Él, porque “el amor nos guiará y nos dará fuerza”.

“Nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde” porque “humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades”.

El Santo Padre aclaró que esto ya se puede observar en el Libro del Éxodo cuando Dios escucha todas las murmuraciones del pueblo de Israel. Unas quejas que “estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad”.

Por eso, “en esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será ‘santa’ también para nosotros”.

El Papa resaltó algunos de los acontecimientos de los que los fieles serán testigos al asistir estos próximos días a las celebraciones. “Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado”.

También “escucharemos cómo Pedro, la ‘roca’ de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios”.

Precisamente, “esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación”.

Fuente: Aciprensa